martes, 3 de febrero de 2015

Reliegos, km. 383

4 de noviembre de 2014, quinto día de mi Aventura a Santiago. 
Había refrescado mucho después de la tormenta del día anterior, pero  amaneció despejado y no se esperaban lluvias durante la jornada. Tenía la posibilidad de llegar hasta Mansilla de las Mulas, una población que tenía muchas ganas de conocer por haber oído hablar de ella en varias ocasiones. Para ello, debía recorrer un total de 20km, distancia no muy grande; pero teniendo en cuenta que el día anterior ya había caminado esa distancia y que me había propuesto no superar la media de 15km diarios durante la primera semana, no estaba totalmente convencida de completar toda la etapa.


De todas formas, como desde Burgos hasta Astorga no hay casi desnivel en las etapas, dependiendo de cómo fuera el día, igual podría avanzar más de lo previsto.

Dejé el albergue muy temprano, sobre las 8 de la mañana: había helada. Enfilé el andadero junto a la carretera, e iba saludando a los peregrinos que me encontraba: algunos me adelantaban, otros pasaban en bici. ¡Buen Camino!


La primera población, Reliegos, estaba a 13km de distancia. Entre medio, únicamente un par de áreas de descanso. Recuerdo que pasé bastante frío; se veían a lo lejos los montes nevados, y eso influía a las bajas temperaturas. Menos mal que el sol calentaba un poco...

Aún la monotonía del paisaje y el andadero al lado de la carretera, había momentos en que me paraba para contemplar la belleza que me rodeaba. Me encontraba bien físicamente, sin ninguna molestia a destacar; conseguía dormir (aunque a trompicones) por las noches e iba bien equipada para afrontar las inclemencias del tiempo. ¡Tan sólo había que seguir caminando! Estaba agradecida por cómo transcurría mi Aventura.


Al cabo de unas horas de Camino, llegué a Reliegos. Había leído en mi guía que había un albergue abierto en el que servían menús y platos combinados. Seguí las flechas amarillas por las calles del pueblo en su busca, con ganas ya de estar a cubierto y de saciar mi apetito.

Llegué al albergue La Parada con la idea de seguir mi Camino después de comer hasta Mansilla de las Mulas, pero fue sólo entrar en él y desear alojarme en ese sitio. Se veía todo muy nuevo, pareciendo más un hotel que un hostal para peregrinos. El precio era un poco más que el de los albergues públicos (éstos a 5€): 7€ en habitación compartida con literas. Eché un vistazo a las instalaciones y todo estaba nuevo y reluciente. Ya tomaría una decisión más tarde, ¡ahora necesitaba llenar mi estómago!


Cuando entré en el comedor vi a dos peregrinos en las mesas: uno, más joven; el otro era Federico, el peregrino de México. Nos saludamos; me alegró encontrarle allí. Le había oído contar en el albergue de Sahagún que iba huyendo de la cháchara de los grupos de peregrinos, por lo que escogí una mesa aparte para comer (normalmente preguntaba si podía sentarme con los peregrinos que me encontraba en el restaurante). 

Federico ya había terminado de comer, y me pidió si podía sentarse en la mesa conmigo: me alegré de que me lo pidiera. Estuvimos charlando un rato.  Recuperé las fuerzas y el color en mis mejillas gracias al vino que compartimos y al sabroso menú del peregrino. Federico iba a salir ya hacia Mansilla: "¿qué vas a hacer tu?" - preguntó. "Me voy a quedar en Reliegos", le dije. 

El sombrero de ala ancha de Federico
Mi idea inicial era ir hasta Mansilla, pero ya había aprendido haciendo el Camino que a veces lo que esperamos con más ilusión es muy distinto en la realidad, y por otro lado, lo que nos tenía indiferentes puede sorprendernos. De nada servía hacer muchos planes para el futuro inmediato. Me sentía muy a gusto en Reliegos y en el albergue. Estudié las próximas etapas y quedándome allí podía estar en León en 2 días (estaba a 26km de distancia), donde sí tenía claro que iba a pernoctar. Siguiendo hasta Mansilla, significaba hacer 3 etapas seguidas de 20km, un ritmo que de momento no podía permitirme seguir.

Al llegar a León pensaba contratar un masaje con un fisioterapeuta que pudiera descargarme las piernas (con algunas contracturas ya) y evitar futuras lesiones. En el albergue encontré propaganda de un fisio en León, fue genial; llamaría al día siguiente para contratar ya el masaje. También pensaba alojarme en un hostal u hotel con una buena bañera en la habitación... para eso contaría con la ayuda de Booking.com :)


Compartí habitación con un peregrino inglés, otro de Pamplona que había hecho el Camino en varias ocasiones, y un peregrino catalán, Alejandro. Con él tuve la ocasión de poder hablar en mi lengua materna, después de varios días de no hablar casi ni español, por estar el Camino mayormente concurrido por extranjeros en esas fechas.

Alejandro nos contó que era la primera vez que hacía el Camino, y que llevaba ya tiempo con la idea en la cabeza desde que había abierto con su mujer un albergue de peregrinos en Sarria. Ella llevaba ya años haciendo el Camino por semanas con sus amigas, y a consecuencia de la crisis y el trabajo precario, se animaron a instalarse en Sarria y gestionar su propio albergue. Tomé nota del nombre, y le aseguré que si llegaba hasta allí me alojaría en su establecimiento.

Descansé un poco por la tarde después de una reconfortante ducha; mis compañeros habían ido a dar un garbeo por el pueblo. A su vuelta me contaron que habían estado en el bar de Elvis, uno a la entrada del pueblo que a mi llegada me había parecido un lugar extraño. Venían echándose unas buenas risas, y encantados con el dueño de aquel antro, todo un personaje del Camino de Santiago. Insistieron en que no me podía perder la visita a este peculiar lugar, y que si iba, ellos me acompañaban... me convencieron. La verdad, parecía un lugar muy cutre; sino juzgad por vosotros mismos...


El bar estaba lleno de pintadas tanto en el exterior como en cualquier rincón del interior: pensamientos y frases que iban dejando los peregrinos a su paso por Reliegos. La música que sonaba (a un volumen más bien alto), canciones de Elvis Presley. Y el propietario del bar... un ser muy peculiar, un hombre encantador y muy al servicio de los peregrinos. Casi le costó servirme una manzanilla (infusión) en la barra... en su local se iba a beber y a disfrutar. Os recomiendo que paréis a hacerle una visita a vuestro paso por Reliegos; también tiene pequeña tienda y sirve comidas sencillas.

Volvimos al albergue, preparándonos ya para el descanso. La habitación era algo pequeña, y uno de nuestros compañeros estaba ya durmiendo, roncando fuertemente. Si yo oigo roncar, no pego ojo en toda la noche. El recurso del que disponía para hacer el Camino de Santiago y dormir en los albergues era escuchando música toda la noche: me había bajado de youtube unos mp3 de música para dormir, un total de 8 horas. ¿Que los ronquidos en la habitación eran más fuertes de lo habitual? Subía el volumen a tope, aunque me despertara varias veces durante la noche.

Ese día conté con otro recurso: los sofás que había en la salita al lado de las habitaciones. Tenía planeado que, si no podía dormir, me trasladaría allí con mi saco y mi manta.


Ese fue finalmente mi dormitorio ese día; ¡los ronquidos en la habitación eran impresionantes! Pero no pasé frío y, además, pude dormir esa noche sin tapones.... aunque a la mañana siguiente me levantaría con tortícolis. Pero me esperaba un nuevo día, estaba cada vez más cerca de León, y por fin podría contemplar su maravillosa Catedral.

Más fotos de la etapa El Burgo Ranero - Reliegos, 13km

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