jueves, 22 de enero de 2015

Calzadilla de la Cueza, km. 327

31 de octubre de 2014, Carrión de los Condes

Primera hora de la mañana, a punto para retomar el Camino a Santiago que dejé en enero (10 meses atrás) debido a una lesión. Emoción, nervios, incertidumbre... la mochila, llena a rebosar de ilusión y en el corazón, sentimientos de libertad.


Me esperaba una etapa de 17 kms de recorrido, sin ninguna población donde parar hasta llegar a Calzadilla de la Cueza. No iba muy entrenada, pero estábamos a finales de octubre, con temperaturas primaverales y todo el día por delante: iba a tomármelo con calma.

No puedo describir la sensación de volver a estar en el lugar donde dije adiós a mi aventura unos meses antes. El mismo escenario, sí... ¡pero qué diferente bañado por los rayos del sol! Quise inmortalizar la primera flecha que me encontré en el Camino:


Volvía a sentir el peso de la mochila en la espalda, la sensación de andar con las botas de senderismo, el ritmo acompasado de los bastones... ¡pero no cojeaba! Sí, sensaciones familiares para mí, pero, esta vez, las limitaciones habían desaparecido. ¡Tocaba disfrutar del Camino!

A los pocos minutos de haber salido ya me topé con peregrinos hacia Santiago: mi corazón dio un vuelco. Les hubiera hablado, transmitido mi emoción, incluso abrazado... pero cada peregrino lleva su historia, ninguna más importante que la otra... nos saludamos: ¡Buen Camino!


A las dos horas de estar caminando ya me había encontrado con más peregrinos que durante toda la última semana cuando lo hice en enero. ¡Era genial! El buen tiempo tenía mucho que ver con el buen humor y la predisposición a la charla de los peregrinos, que nos solíamos encontrar en las zonas de descanso y compartir nuestras historias y experiencias.


Durante esta etapa un pensamiento surgió en mi mente, y me acompañaría durante las largas horas de trayecto hasta Calzadilla de La Cueza: ¿Por qué juzgas? Era como si las piedras, los árboles, la brisa en mi rostro me susurraran de vez en cuando esta pregunta, haciéndome reflexionar. 


Miraba el Camino frente a mí: ¿por qué era mejor una etapa que la otra? ¿Por qué emitir juicios sobre lo que nos encontramos en nuestro recorrido por la vida? ¿Por qué insistimos en dar más valor al día que a la noche, al sol que a la lluvia...? ¿Por qué juzgar? ¿No forma todo parte del Camino, siendo todo necesario para llegar a nuestra meta?
                     
Los #pensamientosdelcamino eran algo nuevo para mí, y me acompañarían a menudo durante mi Aventura a Santiago. Eran reflexiones que se alargaban durante todo el día y conseguían que alcanzara una nueva visión del mundo que me rodeaba. El Camino me empezaba a mostrar sus enseñanzas...

Me sentía feliz. Tenía la certeza de que, cualquier cosa que me encontrara en el Camino, estaría bien: lluvia, frío, amigos, risas, silencio... todo formaría parte de mi Aventura, todo me llevaría a Santiago de Compostela. Con estos pensamientos y acompañada por dos peregrinos llegué a Calzadilla de la Cueza, al albergue municipal.


Primer sello en la credencial, elección de la litera, saludos a los otros peregrinos... la novata que empezó el Camino de Santiago un 10 de diciembre ya no estaba allí, había desaparecido. ¡Me sentía en casa! Ayudó a este sentimiento encontrarme en el albergue con Antonio de Igualada, un peregrino con el que coincidí en diciembre unos días; ¡él volvía a estar también en el Camino!



Los hospitaleros del albergue municipal fueron muy cordiales y simpáticos. Mientras estaba lavando la ropa en el patio y conversando con los otros peregrinos, aparecieron con un porrón de vino... y ya empezaron las bromas. En fin, que acabé bebiendo del porrón y pronunciando la frase de los valientes: "¡Vivan los Quintos!"

Fui a cenar un menú del peregrino para reponer fuerzas, y compartí mesa con dos hermanos canadienses (con uno de ellos, Kevin, había caminado los últimos km). Vino del país y buena conversación era una buena manera de terminar un día tan especial, el de mi regreso al Camino Francés. Me esperaban muchas etapas por delante, nuevas aventuras, nuevas enseñanzas... estaba preparada e ilusionada por vivir lo que me depararía el Camino los días siguientes. Hora de dormir...



Más fotos de la etapa Carrión de Los Condes - Calzadilla de la Cueza, 17 km



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