jueves, 2 de octubre de 2014

Hospital de Frómista I

23 de diciembre de 2013

El taxi me dejó en la puerta del albergue Betania. Llamé al timbre, y Lourdes vino a abrirme. ¡Que gran mujer! Me recibió calurosamente y me acompañó al albergue, un pequeño apartamento en planta baja con 5 camas, que es de donativo. Justo entrar hizo que me sentara y me preparó una infusión calentita, me ofreció unas galletas. Hablamos un poco, me explicó el funcionamiento del albergue y pude instalarme. Lourdes es catalana, y el poder hablar con ella en mi lengua materna me hacía sentir aún más en casa.

Después de una ducha bien caliente todo se ve de otra manera, aunque estaba muy congestionada y cojeaba bastante. Me acerqué a urgencias pasito a pasito, y la médico me examinó bien la rodilla. Me diagnosticó lesión en el menisco interno, y me mandó para casa. Sí, como oís. Que me fuera a casa y me visitara allí un especialista, si no quería que la cosa fuera a peor.


Fui a una tiendecita muy cerca del albergue y compré provisiones. Como Lourdes y José, su marido, me vieron tan mal y pensaban que esa noche estaría sola en el albergue, se ofrecieron a hacer ellos la cena y bajar (viven en el piso de arriba) a compartir mesa. Después llegaron dos peregrinos más, dos coreanos muy majos. En fin, que al final nos juntamos 5 en esa acogedora casita de Frómista.

Como los médicos me mandaron a casa y no estaba para ir a Santiago ni en tren ni en avión, José me dejó utilizar su ordenador para comprar el billete de vuelta a Menorca. Iba a quedarme la Nochebuena también con ellos, miré para irme el día de Navidad. Al parecer no debía regresar aún, porque se me bloqueó una ventana mientras estaba haciendo la compra, y al refrescar la página sucedió que había comprado un billete salida a las 7am el día de Navidad desde Madrid, ¡era imposible que llegara! Intenté hacer el cambio llamando por teléfono pero esa tarifa no lo admitía. Me ofusqué tanto que me intenté olvidarme del tema y me fui a cenar.


Hablé con mi familia: el 26 de diciembre mi prima Ana y su marido Patxi iban a pasar sus vacaciones en Pamplona hasta Año Nuevo, y me sugirieron que, en lugar de tomar el vuelo sola, fuera el 26 en tren a Pamplona y me quedara con ellos para volver juntos a Menorca. Necesitaba pensarlo.

Día de Nochebuena, 24 de diciembre de 2013

El día de Nochebuena amaneció con lluvia y fuerte viento, el tiempo empeoraba. La verdad, había sido una suerte que no me pillara un temporal durante mi peregrinación, estábamos en diciembre. Podía quedarme los días que hiciera falta en Betania, a cambio echaba una mano a Lourdes en la puesta a punto de la casa. Cambiábamos las sábanas, tendía la ropa, hacía un poco de limpieza… dejábamos todo en orden. La verdad es que en este albergue hay de todo, cada cosa en el sitio adecuado, no falta el más mínimo detalle. Eso me hacía sentir bien, como en casa.


Esa noche iba a cenar de nuevo con José y Lourdes, y con los peregrinos que llegaran ese día al albergue. Yo participé preparando algo de cena (no recuerdo el qué). Estuvimos esperando a más peregrinos, pero ese día no paró ninguno en Betania.

Cenamos en su piso, José y Lourdes y me contaron su historia: se conocieron en el Camino. Lourdes estaba de hospitalera en un albergue y llegó José enfermo, ella le sugirió que se quedara hasta recuperarse. Fueron amigos durante mucho tiempo… hasta que finalmente surgió el amor y se casaron. Una historia preciosa.


Los dos son veteranos del Camino de Santiago, y tienen muchísima experiencia. Me pidieron que reflexionara bien si abandonaba definitivamente el Camino, que igual con unos días de reposo la rodilla mejoraba y podía proseguir, aunque más despacio. Ya que disponía de tiempo, si decidía pasar unos días en Pamplona y volver luego al Camino, ellos me estarían esperando con los brazos abiertos y dispuestos a ayudarme en las primeras etapas.

Después de cenar fuimos a la misa del Gallo, hacía muchísimos años que no oía misa ese día, y me hacía especial ilusión. Sería por la noche tan fría y el mal tiempo que hacía, que vinieron muy pocos vecinos. Pero bueno, los que éramos, celebramos juntos la llegada de la Navidad.

Día de Navidad, 25 de diciembre de 2013

Cuando uno no se encuentra bien de salud cuesta tomar decisiones o dar un paso adelante. No tenía yo muchas ganas de volver a Menorca, por lo que decidí que al día siguiente tomaría el tren a Pamplona e iría a pasar unos días con mis primos, aprovechando para ir al traumatólogo del hospital.

Por la mañana me vino a buscar Lourdes para dar una vuelta con el coche, ¡me llevó de visita turística por los alrededores! Como no podía caminar, me paseó por Frómista, explicando con detalle su historia y los monumentos (¡qué buena guía eres!);  fuimos también a Boadilla del Camino y paramos a tomar un té en el albergue abierto. Había un peregrino en el porche; me dio envidia sana cuando le vi en forma haciendo un alto en su Camino; el mío había finalizado dos días antes en Itero de la Vega.


Esa noche llenamos el albergue, llegaron 4 peregrinos más: Ivette, Suzette, Imre y Donini. Las dos mujeres caminaban juntas, los chicos se habían hecho compañeros en el Camino.

Las dos mujeres hicieron spaguetis y me invitaron a compartir su cena, lo que acepté gustosamente. Imre, el chico húngaro, estaba cocinando también, olía que alimentaba. ¡También probé de su cena, qué rico!


La última noche en el albergue, con un buen ambiente de compañerismo y diversidad cultural, sintiéndome algo mejor, y debía marcharme al día siguiente.. qué pena.

26 de diciembre de 2013

Preparada para partir, Lourdes vino a despedirse de mí. Nos dimos un fuerte abrazo; esperábamos volver a vernos algún día si retomaba mi Camino. Lo que no tenía ni idea es que fuera tan pronto…


Me fui caminando despacito hasta la parada del autobús, primera hora de la mañana. Temperatura 0 grados. Lucía un espléndido sol después de la tormenta de los últimos días, y pude contemplar la belleza de la Iglesia de San Martín de Frómista en toda su plenitud.

Sólo había en mí sentimientos de agradecimiento hacia este precioso lugar que me acogió en mis momentos más bajos y me ayudó a que me levantara de nuevo para poder proseguir con mi Aventura a Santiago.



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