viernes, 12 de septiembre de 2014

Navarrete, km. 109

La etapa que tenía por delante era de 13 kilómetros hasta Navarrete, por lo que decidí no madrugar tanto y hacer una pequeña visita a Logroño. Di una vuelta por el centro pero no pude entrar en las iglesias, puesto que a esa hora estaban cerradas. Había leído que había un juego de la oca gigantesco en la ciudad, pero por más que buscaba no daba con él. Teniendo en cuenta, además, que andaba cojeando y a un paso lento, desistí en mi empeño…

Las señales cambian en cada provincia
Volví al albergue para coger mi mochila y emprender la marcha, cuando el hospitalero me indicó que el juego de la oca era un mosaico que había en el suelo de una plaza, a la derecha del Camino de Santiago. ¡Qué emoción! De no ser porque estaba lesionada, cojo unos dados y me hago el tablero entero…

La salida de Logroño se hacía cruzando un parque precioso, que continuaba hasta un embalse. ¡Por fin había salido el sol!. Qué diferencia había a caminar con niebla. Andaba tan despacio, que los viejecitos que paseaban por el parque esa mañana me adelantaban. La temperatura había subido; fue una suerte, ya que, con el clima de los días anteriores y a esa velocidad, me habría congelado.


Creo que no llegaba a hacer ni 3 km en una hora, por lo que tardé más de 5 en llegar a mi destino.

Me encantó Navarrete. Me supo mal abandonar el grupo, pero valió la pena sólo por pasar gran parte del día en esta población. A mi llegada, y ya con hambre, pedí a los lugareños dónde pinchar algo, y me recomendaron el Bar Deportivo. El nombre no sugería nada especial, pero realmente es un sitio extraordinario. ¡Que pinchos, por Dios! ¡Y el caldito que tomé para recuperarme, una delicia! Teniendo en cuenta que, además, acompañé todo con un vino de La Rioja… ¡creía estar en el mismísimo cielo!


Disfruté tanto que volví por la noche a cenar… gracias Tonino y Begoña por hacer las cosas tan bien!

Me alojé en el albergue El Cántaro; habían adaptado un piso como alojamiento para peregrinos, a mi llegada estaba sola… era como estar en casa. Más tarde apareció otro peregrino, Marco, con él coincidí sólo ese día, no supe más de él… hasta estar de vuelta a casa. Descubrí (por otra peregrina) que alcanzó al grupo que había dejado yo esa misma mañana, y que llegaría con algunos de ellos hasta Finisterre.

Más fotos de la etapa Logroño-Navarrete


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